jueves, 20 de agosto de 2009

Cuandolagenteseacumula

Cuando la gente se acumula es incómoda y molesta. Nada más irritante que el hacinamiento. El aglutinamiento masivo de personas que se acompañan en soledad. El incesante desplazamiento de seres en opuesta o en una misma dirección. La tediosa superposición de aquellos que se quedan inmóviles como olvidando hacia dónde tienen que ir. El choque desconsiderado entre aquellos que ni siquiera se perciben. La desquiciada prisa de llegar a ninguna parte. El sonar de una marcha a destiempo armonizada con latosos y momentáneos estruendos. El olor inconfundible de la monotonía desgastada. Decenas y decenas de extras que irrumpen en nuestra vida de la misma manera en que luego se retiran de escena, quizá para no volver a aparecer jamás, dejando de ellos solamente el efímero rastro de un fastidio algo redundante. Cientos de rostros sin rostro que van y vienen como rellenando lo que, sino, sería una vida ermitaña y sin sentido. Miles de desconocidos que hacen que uno se distinga a sí mismo y se reconozca como individuo en sociedad. Millones de vidas e historias coetáneas que se entrecruzan en un segmento recto horizontal de aproximadamente cien metros de largo, para tal vez desembocar en algún destino transitorio en el que se sentirán un poco más libres y soberanos de sí mismos, hasta su sucesivo regreso al recorrer de esa senda vertiginosa de vanidades, inmodestias, presunciones, petulancias, desapegos, egoísmos e ingratitudes para quizá, si es así como debe ser, cambiar el rumbo y doblar en la siguiente esquina.

1 comentario:

  1. Petulancias... creo que debo haber usado esa palabra una o dos veces en mi vida, cuando la lei por primera vez y cuando la fui a buscar al diccionario.

    muy bueno!
    cuandolagenteseacumula amimeempiezaadarunpocodeclaustofobia.

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