martes, 13 de septiembre de 2011

El libro "Tinta sobre tela, óleo sobre papel"...


Muchas gracias a todos los que nos acompañaron, a mí y a Sebastián, en la presentación del libro. Pronto estará en algunas librerías a la venta.
Para conseguirlo pueden contactarse conmigo a boyepablo@hotmail.com, o con Sebas (su blog es www.sebastianmiale.blogspot.com).
¡Esperamos que lo lean, lo disfruten y lo divulguen!

viernes, 29 de julio de 2011

Fragmento con dedicatoria implícita

Me asomo, espío entre las figuras que se funden en la oscuridad y van mutando, con una mano entorno suavemente la puerta y entre las sombras descubro una lucecita que tirita o baila, una pequeña estrella que se desliza por el aire espeso; descalza, brilla como una luciérnaga en una noche que podría ser todas las noches; desnuda, se estremece con un soplo que le susurra en el cuello.

De a poco, entro en la habitación sin rozar el suelo, flotando en una nube de terciopelo mojado. El tiempo se detiene de a ratos, me abriga un aroma a frutas rojas y el azúcar se me impregna en el cuerpo. Sigiloso, me acerco y alcanzo su mano; inexplicablemente me asalta una sensación extraña: hay algo que se mueve en el aire, una música entre los dos. ¿O serán nuestros pensamientos que se chocan como dos mariposas borrachas volando en opuesta dirección? Mi mano sube por su brazo, por su hombro y se adormece en su mejilla; un calor rosado invade mis poros y siento ganas de abrazarla. Mi deseo se confunde con su risa, las palabras estallan perplejas en mi boca; prefiero la mudez de nuestras respiraciones, el silencio de nuestras caricias. Noche oscura de palabras amputadas, que se carga de sentido a cada paso que damos. La música invisible hace de concierto y nos guía.

Me acerco más y más, con certeza felina, hasta que las distancias revientan en un estallido cósmico, casi inverosímil, y el sabor de su boca me llena de vida, de tardes verdes bajo el sol y de amaneceres surrealistas. Sus párpados cerrados como dos lunas menguantes. Su boca, húmeda, que se deshace en mi boca. No es el tiempo el que se detiene de a ratos, somos nosotros los que fabricamos nuestro propio tiempo, que se hace ceniza entre los dedos.

Nada más importa, somos dos o somos uno, somos uno y nos une la noche, cómplice y testigo, confidente y delatora, la noche nos oculta y nos ostenta. La sangre se agita, los corazones desesperan, se confunden en un mismo canto de tambor y nosotros, inviolables, ya no pertenecemos a ningún sitio, sólo a aquél que construimos para nosotros mismos.

Una lucecita se estremece y baila en mi habitación oscura. Es de noche. Esa lucecita sos vos.

Y la eternidad, propia del mar o del cielo, hoy cede y se recuesta en tus ojos.

lunes, 18 de julio de 2011

Palabras al tiempo

¿Eres tú, pequeña paloma
que recoge las migajas del tiempo?
¿Eres tú, avecilla blanca del día?

El tiempo,
insólito valle
de vegetaciones ocultas,
impredecibles flores
que se arrojan a un vacío
de ese abismo sin consuelo.

El tiempo,
cósmico mar
que arrasa castillos
de arena y de sueños.

Desarma tu cuerpo y hazlo tiempo.
El alma se pierde,
los ojos se encuentran,
toca el tiempo con tus dedos,
paloma mía,
y has de él un haz de luz ciega.

Viento
eres tiempo que se esparce.
Lluvia,
tiempo que regresa de otros tiempos.
El corazón clama al tiempo cobarde que no llega,
tema inagotable, filosa
curva de sable eterno.

Eco,
tiempo vano que imita otro tiempo.
Agua,
tiempo desnudo
que muere y resucita
en cada fracción,
en cada hoja que te surca,
en cada piedra que se duerme en tu honda profundidad.

Tiempo rebelde,
perro tiempo
se persigue la cola.
Memoria del cielo,
artesano del hombre.
Vida muerte
vida y resurrección.
Descansa en su cuna de ruinas
el tiempo dormido.
Se agota y despierta en cada campana,
vivido tiempo.

Sueño
eres todos los tiempos juntos.
Fuego
eres tiempo que se eleva.

Habla, canta,
pequeña paloma blanca,
que los muertos hacen del tiempo
el gran silencio,
como el olvido,
que es la muerte más desleal.

Amor
eres tiempo que se enreda.
Guerra,
tiempo que se va.

Tiempo que escribo y muere en cada palabra,
la escritura lo detiene y la voz lo pone en marcha.
Deliran los relojes
sin rumbo,
estallan los segundos en la tinta.
Eres vino imbebible, tiempo,
arcilla rala.

No hay verdaderas palabras para ti,
soberbio y embustero.
de todas huyes y a todas atrapas.
No eres río,
¿quién te engaña?
Vas y vienes
marea brava.

Y tú descansa, mansa paloma,
que no te aflija ni atormente mi silencio.
Cierra los ojos, suaves lunas, pues
hoy mi pecho es tu refugio contra el tiempo.